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Entender la demencia

La demencia es el proceso progresivo e irreversible que afecta las funciones mentales con la suficiente intensidad para dificultar las tareas que el paciente hacia previamente, sus relaciones sociales y/o laborales. Este proceso provocará a lo largo de su evolución una dependencia cada vez mayor de terceras personas (familiares, cuidadores, etc).
Cuando un familiar pregunta si el paciente padece un Alzheimer o una demencia senil tenemos que aclararle que la enfermedad de Alzheimer es un tipo de demencia, la más frecuente en nuestro medio, es senil si aparece a partir de los 65 años. La sociedad presenta una gran angustia por la palabra Alzheimer aunque existen otras demencias más rápidamente progresivas y que producen dependencia y muerte de manera más precoz.
Las demencias se clasifican en dos grupos fundamentales según su etiología, es decir según su causa:
  • Demencias primarias: causadas por la propia degeneración de las diferentes funciones cerebrales sin que exista un factor concreto que las desencadene, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer.
  • Demencias secundarias: Provocadas por trastornos concretos relacionados con procesos intracerebrales de tipo circulatorio, traumático, tumoral, etc.., o bien, por causas extracerebrales de tipo hormonal, metabólico, etc.., que determinan el fallo neurológico global.
Existen una serie d factores de riesgo que se han relacionado con la enfermedad de Alzheimer como son el sexo femenino, la baja escolarización, la depresión, la presencia de factores de riesgo vascular y los traumatismos craneales.

En general los primeros signos son las quejas de memoria, el paciente está más repetitivo, no recuerda los recados, es más rutinario en la cocina, se hace un lío en las transacciones bancarias. Le cuesta evocar el nombre de las personas. En ocasiones no lo reconoce y puede mostrar irritabilidad cuando el familiar le recrimina sus olvidos.

Lo adecuado cuando se produce un cambio en nuestro familiar respecto al nivel previo es consultar con el médico de cabecera que es el médico que tenemos más cercano, el derivará al especialista adecuado cuando observe algún indicio.
El diagnóstico de demencia es muy complejo por lo que requiere de una valoración especializada por neurólogo, geriatra o psiquiatra. El completará el estudio solicitando los test neuropsicológicos y las pruebas que no estén realizadas. Dará la información sobre la enfermedad, el tratamiento y el pronóstico.

Hay pacientes que consultan por alteraciones mentales pero no son tan severas como para cumplir los criterios de demencia pero que son más importantes que las que se producen en el envejecimiento normal. Nos encontramos ante lo que llamamos deterioro cognitivo leve. Debemos tenerlo en consideración porque en un 30% de los casos desembocará en una demencia y podremos intervenir en fases más precoces.

Normalmente no intervienen factores hereditarios (en el caso de la enfermedad de Alzheimer menos de un 3% de los casos sigue un patrón hereditario). Su origen puede relacionarse con múltiples causas como la propia predisposición genética del sujeto.
Recibir el diagnóstico de demencia es devastador, sobre todo para la familia y en menor medida para el paciente, que tiene una conciencia parcial del problema. Hay que planificar estrategias para que el paciente esté estimulado, cuidado, pero no sobreprotegido y que mantenga el máximo tiempo su autonomía.

En la actualidad desafortunadamente no existe un tratamiento curativo para las demencias degenerativas, tenemos una serie de estrategias farmacológicas y no farmacológicas que intentar retrasar o enlentecer el proceso de la enfermedad. Para la enfermedad de Alzheimer hay dos grupos de agentes terapéuticos que se utilizan según la fase de la enfermedad.

En cuanto al diagnóstico se investigan pruebas que permitan hacer el diagnóstico de la enfermedad antes que el síndrome demencial se encuentre ya establecido: entre ellos de especial interés son los marcadores biológicos en el líquido cefalorraquídeo, se encuentran ya disponibles en algunos centros, pero queda por determinar claramente el valor en el sujeto normal y en el sujeto potencialmente afecto.

En cuanto al tratamiento existen múltiples líneas de investigación, en consonancia con la complejidad de la demencia. Sin embargo a pesar de los avances, aun nos encontramos lejos del descubrimiento de un tratamiento curativo. Debemos huir por ello de los titulares sensacionalistas en periódicos y televisión que anuncian una solución inmediata de la enfermedad de nuestro familiar.

Cuidar al paciente

  • Ofrecer una buena disponibilidad, estar relajado y mostrar una actitud positiva de cara al enfermo, dejando de lado otras tareas mientras estemos con él.
  • Mantener al máximo su autonomía personal y los hábitos adquiridos a lo largo de su vida.
  • Guiarle, estimularle y hacerle participar en las actividades ordinarias de la vida cotidiana, aunque a veces, no las haga bien. El objetivo es que se sienta útil, no que las haga bien.
  • Simplificar todas las actividades diarias dentro y fuera de casa.
  • Establecer una rutina familiar que le permita participar.
  • Evitar sobreprotegerle, la infantilización y resolver aquellas dificultades que vayan presentándose y que él todavía pueda resolver.
  • Ajustar la intervención terapéutica a las capacidades reales del paciente.
  • Establecer unos objetivos claros y dirigidos a estabilizar la situación actual del paciente.
  • Favorecer la conservación de sus capacidades mentales.
  • Reducir la frecuencia de trastornos tanto psicológicos como del comportamiento, evitando enfrentamientos que no nos conducen a ninguna parte.
  • Potenciar y estimular su autonomía y autoestima.
  • Modificar el entorno en la medida de lo posible para compensar sus límites.
  • Apoyarnos en el conocimiento de la enfermedad (diferentes fases) y comprender lo que le ocurre al enfermo (el enfermo olvida completamente su historia e identidad, pero mantiene sentimientos y afecto).
  • Conservar la máxima afectividad y control personal, evitando los sentimientos negativos como la culpabilidad.
  • Disponer de un lugar donde expresar nuestros miedos y sentimientos. Sentirnos comprendidos, seguros, apoyados, formados e informados.
  • Pedir ayuda antes de necesitarla.
  • Conocer todos los recursos necesarios a fin de poder formarnos y dejarnos ayudar, para después poder tratarlo lo más adecuadamente posible.

Las intervenciones no farmacológicas (todas aquellas en las que no se utilizan fármacos) de apoyo psicológico constituyen una alternativa eficaz y complementaria al tratamiento farmacológico.
Existen dos grupos de intervenciones no farmacológica:

  • Las técnicas de modificación de conducta.
  • Las técnicas de intervención cognitivo.

Van dirigidas a la resolución de problemas concretos del comportamiento del paciente.
Se trata de comprender cómo y cuándo se produce una alteración de la conducta para modificar aquellas acciones que la provocan.
Cada intervención variará en función del estadio de la enfermedad y de las discapacidades de cada paciente.

Técnicas dirigidas a trabajar los trastornos de la cognición que el paciente presenta, con el objetivo de minimizarlos para que sea autónomo el mayor tiempo posible.

La intervención cognitiva se puede llevar a cabo a través de múltiples técnicas:

  • Orientación a la realidad, para que sepa dónde está, qué día es, cuántos años tiene….
  • Fichas de estimulación cognitiva, para trabajar la memoria, atención, reconocimiento, cálculo, lenguaje…
  • Reminiscencia, para mantener la memoria antigua a través de los sentimientos y las emociones.
  • Psicomotricidad, para mantener la actividad física a través del ritmo.
  • Cualquier taller de memoria (conversación, escenificación..) dirigido por un profesional formado en este tipo de pacientes y en este tipo de técnica.

Fases iniciales

  • Proponer que escriba un diario (facilitará la orientación, día, mes, año…).
  • Colocar un calendario y un reloj de pared con números grandes.
  • Antes de plantear una actividad siempre debemos conocer los gustos del paciente y aprovecharlos, y saber si antes de estar enfermo el paciente era capaz de hacer la tarea.

Fases más avanzadas

  • Dar informaciones concretas y no simultáneas. No dar a escoger, dar opciones de si o no.
  • Simplificar las decisiones o darle directamente lo que creamos más adecuado sin preguntar.
  • Utilizar el contacto ocular, la mímica facial y el contacto físico.
  • Colocar de forma ordenada la ropa encima de la cama.
  • Establecer rutinas en el domicilio.

Estimulación cognitiva

La intervención cognitiva consiste en un conjunto de técnicas que facilitan el mantenimiento de las distintas capacidades intelectuales o cognitivas de los pacientes con demencia.

La aplicación de estas técnicas facilita que los pacientes mantengan aquellas funciones que, aunque deterioradas, no han perdido y en consecuencia puedan preservarlas al realizar las actividades de la vida diaria tales como utilizar utensilios en la cocina, para el afeitado o para la higiene, vestirse y comer solos, etc., y de esta forma podemos ayudarlos a mantener su independencia y calidad de vida.

La intervención cognitiva debe ser dirigida por un profesional que conozca bien al paciente y que sepa exactamente en qué fase evolutiva se encuentra. También es importante que este profesional conozca el perfil cognitivo del paciente, es decir, que áreas cognitivas tiene alteradas y que áreas tiene preservadas. Una intervención cognitiva poco ajustada a los problemas y estadio evolutivo del paciente puede crear frustración y estrés, y por tanto, deteriorar el curso evolutivo de la enfermedad.

De hecho las técnicas cognitivas deben entenderse como un complemento al tratamiento farmacológico específico que se le ha instaurado al paciente por parte de su médico. Está científicamente comprobado, que si combinamos ese tratamiento farmacológico con una técnica cognitiva adecuada al diagnóstico de demencia, a la fase evolutiva de la enfermedad y al nivel educacional del paciente, se consigue mejorar y prolongar el beneficio de los fármacos empleados así como obtener buena respuesta terapéutica en las demencias.

Cuando hablamos de buena respuesta terapéutica en las demencias, nos referimos a pequeñas mejorías cognitivas como pueden ser:

  • Mantener la memoria que el paciente tiene preservada, o la orientación, ya sea en tiempo, espacio o persona.
  • Mantener la capacidad de atención o recordar las operaciones aritméticas que el paciente sabía hacer.
  • Mantener la capacidad de lectura y la comprensión de la misma.


También resulta un ejercicio importante, el hecho de recordar objetos que el paciente ya conocía, reconocer las formas, texturas, colores o músicas ya adquiridos en la experiencia previa del paciente a lo largo de su vida.

Consejos sencillos de actividades que puede realizar el paciente en el domicilio, para facilitar los cuidados que realiza usted diariamente:

  • Orientación en la realidad -> Consiste en mantener al paciente orientado en relación a quién es, donde está (espacio), y en qué momento (tiempo).
  • La Psicomotricidad -> mantener un buen estado mediante la utilización del movimiento combinado con una actividad agradable.
  • Reminiscencia -> recordar cosas antiguas del pasado a través de objetos o imágenes, unidas a experiencias vividas por el paciente.
  • Manualidades -> cada acción manual que realicemos con el paciente puede ser utilizada para recuperar algún conocimiento que el paciente había adquirido en el pasado.

Consejos sencillos de actividades que puede realizar el paciente en el domicilio, para facilitar los cuidados que realiza usted diariamente:

  • Orientación en la realidad -> Consiste en mantener al paciente orientado en relación a quién es, donde está (espacio), y en qué momento (tiempo).
  • La Psicomotricidad -> mantener un buen estado mediante la utilización del movimiento combinado con una actividad agradable.
  • Reminiscencia -> recordar cosas antiguas del pasado a través de objetos o imágenes, unidas a experiencias vividas por el paciente.
  • Manualidades -> cada acción manual que realicemos con el paciente puede ser utilizada para recuperar algún conocimiento que el paciente había adquirido en el pasado.